La salud mental en Canarias atraviesa una de sus peores etapas. A pesar de los esfuerzos recientes por visibilizar su importancia, el sistema público de atención psicológica sigue sin responder a las necesidades reales de la población.
Con una media de apenas 5 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes —muy por debajo de la media nacional y europea—, los pacientes deben enfrentarse a listas de espera que en algunos casos superan los seis meses. Esta situación se agrava en islas no capitalinas, donde la atención especializada muchas veces no está disponible de forma regular.
“Me dieron cita con el psicólogo para dentro de cinco meses. Tuve que buscar ayuda privada porque no podía esperar tanto”, cuenta Jonathan, un joven de 32 años en Lanzarote. Como él, muchas personas recurren a consultas privadas, pero no todos pueden costear los más de 50 euros que cuesta de media una sesión.
La precariedad también afecta al personal sanitario. Muchos psicólogos y psiquiatras denuncian una sobrecarga de trabajo y contratos temporales que dificultan una atención continuada y de calidad. La salud mental en Atención Primaria sigue sin estar bien integrada, lo que hace que los médicos de familia se enfrenten solos a una demanda creciente de casos de ansiedad, depresión o ideación suicida.