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Quintana: La Crisis Energética y los Costes desorbitados amenazan la Agricultura y la Ganadería Española

by Aridani

EL presidente insular de contigo Fuerteventura nos manifiesta que, los agricultores y ganaderos españoles se enfrentan a un panorama lleno de incertidumbres y desafíos por ejemplo Precio final que no cubre costes de producción, una crisis energética que no para de aumentar costes directos e indirectos y una falta absoluta de relevo generacional son sólo algunas de las dificultades que tienen que hacer frente los ganaderos y agricultores de nuestro país.

Quintana explica que. El sector primario lleva años intentando hacerse oír, alzando sus voces para compartir los problemas estructurales que afectan sus negocios y por lo tanto, a todos nosotros. La sociedad es ajena a los desafíos a los que hacen frente día a día aquellos que han consagrado sus vidas a este sector tan necesario como olvidado. Existían problemas previos a la pandemia que no han hecho más que empeorar a raíz del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania: la invasión rusa al granero europeo ha repercutido gravemente en la cadena mundial de suministros de alimentos, destapando problemas de dependencia con el exterior y desembocando en falta de abastecimiento. España, tradicionalmente, ha podido ocupar el sitio de alguna economía exportadora para garantizar la disponibilidad de ciertos productos cárnicos o agrarios en otras economías, pero eso no la exigüe de sufrir las consecuencias derivadas. En este caso, España ha sufrido el impacto de la guerra tanto como otras naciones europeas; y en concreto el sector primario reivindica por soluciones que puedan ayudar a sus negocios a seguir adelante ante un panorama muy poco rentable y tremendamente difuso.

En primer lugar, los efectos del cambio climático en el campo son innegables, desembocando en sequías que amenazan los cultivos y favoreciendo la propagación de enfermedades animales como la peste porcina africana (PPA), la salmonella y la influenza aviar (IA). El sector primario también se enfrenta a un incremento de los costes directos e indirectos de las producciones, con subidas generalizadas en:
• Precios agrarios de algunas producciones como el cereal, el aceite de oliva y el girasol. Este punto tiene mucha relación con el conflicto bélico, ya que el 41% del maíz importado en nuestro país y que se destina a fines ganaderos es importado desde Ucrania
• Gastos energéticos, que han aumentado en un 73,9% (2022). La electricidad ha aumentado un 118,9% respecto a octubre del 2020 y un 44,5% en el caso de los carburantes (en 2020 el gasoil que se utilizaba en el sector oscilaba entre 40-45 céntimos el litro, mientras que ahora esa cifra asciende a 90). El precio de la luz es “desorbitado” según productores, dificultando secados, sistemas de riego o el buen funcionamiento de la maquinaria.

• Precio de los fertilizantes (+58,1%) y el pienso para alimentar a los animales (+18,2%). Desde el 2019, el precio de los fertilizantes no ha hecho más que aumentar, suponiendo que los productores tengan que pagar 800 euros por tonelada cuando hace unos años los costes no superaban los 150 euros por la misma cantidad. En el caso del pienso, un ganadero con 5000 cabezas de ovejas de media alimentaba su rebaño con 600 euros… ahora necesita más del doble.

• Cuota de autónomos e insumos, que no hacen más que complicar el panorama para los productores.

• Costes laborales, derivados en parte por la subida del salario mínimo interprofesional.

No podemos olvidar tampoco las dificultades que atravesaba el mundo rural mucho antes de pandemias e invasiones. El mundo rural está en riesgo de despoblamiento, con las nuevas generaciones yendo a la ciudad y sin un relevo generacional o nueva mano de obra que quiera dedicarse a este sector. Todo esto desemboca en una caída de la renta de los agricultores, cuya situación no mejora ante la presión de las grandes cadenas para mantener los precios bajos, la incertidumbre al desconocer el valor que tendrán sus cosechas en el futuro próximo y la competencia con terceros países. Estos son muchos factores que producen pérdidas que se pueden mantener a corto plazo, pero no a largo; lo que ha supuesto que muchos productores se vean incapacitados para continuar sus negocios o acceder a hipotecas para expandir naves o adquirir nueva maquinaria.

Los ganaderos de nuestro país llevan meses demandando soluciones para hacer frente a la precariedad que existe en el sector. Proponen el cumplimiento de la ley de cadena alimentaria para garantizar que los precios cubren los costes de producción, el fin de la especulación con productos tan básicos como los fertilizantes, y el rechazo a la importación de ciertas materias primas que no cumplan con las normas de bienestar animal o medioambiental de la Unión Europea.
España tradicionalmente ha sido un país productor, caracterizado por una rica dieta mediterránea y unos productos de primera calidad. Olmeda Orígenes colabora estrechamente con agricultores y ganaderos de todo el país, con quiénes entablan conversaciones tan preocupantes como necesarias. El mundo rural y el sector primario ocupan un lugar destacado en nuestros corazones, y somos conscientes de la importancia que ocupan en nuestra economía y lo primordial que supone cuidar de aquellos que dedican su vida día a día, hora a hora a elaborar los mejores productos de nuestra gastronomía. Hay que escuchar y sacar adelante medidas que favorezcan al sector, porque si cae el sector primario simplemente caemos todos.

 

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