Una trabajadora sanitaria de Canarias ha alzado la voz sobre una preocupante realidad en los hospitales públicos del archipiélago: el abandono de personas en sus últimos días de vida. En un documento respaldado por 37,000 trabajadores de la Sanidad Pública Canaria, se expone la soledad y el olvido que sufren pacientes sin familia o apoyo, especialmente en áreas de urgencias.
El testimonio describe una “sala de espera” donde las personas aguardan no solo atención médica, sino también un acompañamiento humano que muchas veces nunca llega. Según la autora, vivimos en un momento donde prima la inmediatez y el bienestar personal, dejando a un lado a quienes más lo necesitan. En sus palabras, la burocracia y la falta de sensibilidad agravan una situación ya de por sí desoladora.
La trabajadora denuncia que algunas familias no pueden hacerse cargo de sus seres queridos, mientras que otras simplemente no quieren hacerlo. Esto deja a muchos pacientes en un estado de abandono emocional y físico. A pesar de los esfuerzos del personal sanitario para cubrir las necesidades básicas de estos pacientes, no siempre es suficiente.
La carta concluye con un llamado a la humanidad y la empatía. “Decir lo que siento y lo que vivimos es lo mínimo que puedo hacer, porque si nadie lo hace, será como si no existieran”, señala la trabajadora.
Este manifiesto pone de relieve una problemática social que requiere atención urgente, no solo por parte del sistema sanitario, sino también de la sociedad en su conjunto.
Existe una sala en urgencias en la que la gente espera, espera a ser atendida, espera a que se les pase la vida, problemas Sociales, decimos.
En este momento en el que prima la inmediatez y el bienestar sobre todas las cosas, en este momento en el que vivimos auto engañados y también desinformados, en este momento en el que nos embriagamos con noticias terribles que ocurren en otros lugares y hacemos criticas del horror, en este momento existe casi medio centenar de personas sólo en urgencias
porque en el resto del hospital hay muchas más , cuya única rutina diaria es sentarse y acostarse, es curioso que la vida animal ( sin desmerecerla ) sea más importante que la humana, no entiendo de política ni burocracia,
pero si se, porque así lo siento, que no es humano. Personas que no sonríen, que no se mueven, que lloran, que gritan,
cuerd@s o id@s, mientras se mira hacia otro lado, sobrecargando nuestro trabajo y ocupando el espacio que necesitan las personas que enferman. Hay familias que quieren pero no pueden, hay familias que pueden pero no quieren y hay veces, que directamente no hay familias y mientras en urgencias, tratamos de cubrir sus necesidades más básicas, pero esto no
es suficiente, os imagináis una vida donde solo coméis, hacéis vuestras necesidades y dormís, donde no os movéis, donde no entabláis relaciones sociales, vida que no es vida. Día tras día vemos como esperan, vemos sus ojos cansados, vemos como se consume su alma, vemos su dolor, esperan un tren que nunca llega, un tren que ya pasó.
Así que hoy necesito dedicarles mi amor, ser su voz, sin pretensiones, sin aires de grandeza, sin pretender cambios ( soy un granito de arena en el desierto) aunque los deseo, decir lo que siento yo y muchos de mis compañeros, porque si nadie lo hace será como si no existieran y esto no puedo permitirlo, para mí sería indecente.