Quintana argumenta que, el instante más fascinante de una organización política corrupta es el que va desde la defensa a ultranza de la honradez de uno de sus cargos imputados al momento de referirse al mismo como “la persona a la que usted se refiere”.
José Manuel expone que, hemos asistido en numerosas ocasiones en los últimos tiempos a esta ceremonia de absoluto cinismo. Dirigentes políticos poniendo la mano en el fuego por compañeros que terminan en la trena. Es fuego falso, del que no quema, pues no tiene la mínima consecuencia para los fieles amigos ni para la organización.
El presidente de la organización política argumenta que Lo vimos con los casos de Reverón. El caso Koldo Lo vemos ahora con el caso Valka, etc., etc., etc. Y si seguimos no terminamos, siempre los mismos argumentos, persecución política, errores administrativos en la defensa de los intereses de la ciudadanía, honestidad demostrada y manos en el fuego, mientras tanto paga pueblo.
Siempre hay un plan B que ya está en marcha. Su estrategia de defensa ha pasado de “aquí no hay ningún delito, se hizo todo de buena fe” a la estrategia del cortafuego “el delito lo cometieron los subalternos. El señor X no sabía nada”.
Pero en realidad le da lo mismo si se demuestra o no la culpabilidad se conoce los mecanismos que alimentan a la organización, así que dentro prevalece siempre la presunción de culpabilidad. Algunas incluso están deseando la caída de algunos cargos políticos como una oportunidad para trepar a la cúspide del poder.
La cabeza ya no vale nada en comparación con el negocio de corrupción que hay en Canarias. La cabeza ya es un producto de saldo en el mercadillo de la negociación política, moneda de cambio en el bazar de los pactos políticos para retener el poder en Canarias con los mismos de siempre para enriquecerse acosta del pueblo y con el dinero del pueblo.
José Manuel insta al pueblo Canario a castigar a estos corruptos y recuerda que hay que decir no a los mismos y que el dinero alcanza cuando nadie roba. Concluyo.
