Al menos 50 personas han perdido la vida en un trágico naufragio de un cayuco que partió de Mauritania el pasado 2 de enero, según la ONG Caminando Sin Fronteras. La embarcación, que llevaba 13 días en el mar, transportaba a un total de 86 ocupantes, en su mayoría migrantes pakistaníes. Entre ellos, había tres mujeres, una de ellas una adolescente, que logró sobrevivir a la tragedia.
El naufragio ocurrió en la Ruta Canaria, una de las rutas migratorias más peligrosas hacia las Islas Canarias. Aunque el servicio de Salvamento Marítimo español no ha intervenido, ya que el rescate fue llevado a cabo por las autoridades marroquíes, se han confirmado al menos 44 pakistaníes a bordo, un reflejo de un creciente fenómeno migratorio desde Asia. En total, había 66 asiáticos en la embarcación, mientras que el resto del grupo estaba compuesto por migrantes de otras nacionalidades.
Caminando Sin Fronteras detalló que los migrantes a bordo eran principalmente de Pakistán, pero también se identificaron personas provenientes de Afganistán, Siria y Bangladés, países que enfrentan graves crisis humanitarias y conflictos armados. De acuerdo con los datos de Frontex, la Agencia Europea de Fronteras y Costas, el número de migrantes provenientes de estos países ha aumentado considerablemente en la ruta hacia Canarias. Entre enero y noviembre de 2024, llegaron a las Islas Canarias 221 pakistaníes, 54 bangladesíes, 47 somalíes, 13 sirios, 12 afganos y un palestino, todos ellos arriesgando sus vidas en cayucos y pateras.
Este suceso subraya la urgente necesidad de mejorar las políticas migratorias y de rescate, así como la respuesta humanitaria ante la creciente crisis migratoria en la región. A pesar de los esfuerzos de los países afectados, el número de víctimas sigue aumentando, lo que pone de manifiesto las condiciones extremas a las que se enfrentan los migrantes en su desesperada búsqueda de una vida mejor en Europa.
La tragedia de este cayuco pone en evidencia los riesgos que enfrentan los migrantes, especialmente aquellos que huyen de países con altos niveles de pobreza y violencia, y reitera la importancia de un enfoque más solidario y coordinado entre los países de la región para prevenir más pérdidas humanas.