La asociación científico-técnica pone en evidencia actuaciones que considera “inadecuadas” en el ámbito de la jardinería pública en una isla como La Gomera, declarada por la Unesco en 2012 Reserva de la Biosfera. “Entendemos que no es admisible la utilización de especies exóticas invasoras (EEI) en zonas de ajardinamientos públicos porque contraviene la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad”.
La ACBC cita casos concretos como la reciente plantación de tunera (Opuntia maxima) en los jardines de la plaza de Los Reyes, Valle Gran Rey. Esta práctica, afirma, debería ser descartada de la jardinería pública y corregirse eliminándola a la mayor brevedad.
“Lamentamos que este no sea un caso aislado y se haya empleado anteriormente en otros lugares de la isla cortando además especies autóctonas que habían sido plantadas por las propias administraciones”.
La asociación denuncia que se continúa observando la presencia de varias especies invasoras en otros emplazamientos públicos de la isla. Este es el caso, por ejemplo, de las jardineras de la zona recreativa de Las Nieves, San Sebastián, donde proliferan las invasoras Crassula lycopodiodes y Crassula ovata.
“Tenemos constancia de que en La Gomera hay otras evidencias de existencia de especies exóticas invasoras en jardines y espacios públicos que deben localizarse para realizar las correcciones necesarias”.
La ACBC destaca otros ejemplos de mala praxis con especies que, “si bien aún no están catalogadas como invasoras, su comportamiento en las islas comienza a patentizar que pueden ocasionar graves problemas en poco tiempo”, advierte. Es el caso de algunas especies de cactus que se emplean en la jardinería de las rotondas y márgenes de carreteras y que tienen la capacidad para iniciar la invasión de terrenos aledaños.
Para la ACBC, ese tipo de actuaciones son graves porque “con el empleo de estas especies foráneas no se aprovechan las enormes posibilidades que ofrece la flora nativa y, desde luego, no se contribuye a difundir su reconocimiento y valoración por parte de visitantes y residentes”.
La introducción de especies foráneas en infraestructuras no urbanas puede ocasionar, a su vez, la llegada y proliferación de plagas y enfermedades que pueden generar importantes cargas económicas para las administraciones y para los particulares en su control directo, o en daños a otras plantas de interés agrícola.
Así mismo, “son manifiestas las carencias formativas que tienen las personas trabajadoras de las administraciones dedicadas al mantenimiento de las zonas ajardinadas públicas y de las empresas que ejecutan los trabajos, y que explican los numerosos casos en los que se observan las practicas inapropiadas antes mencionadas así como podas inadecuadas, talas de ejemplares arbóreos y arbustivos sin justificación razonable, que en algunos casos han afectado a especies nativas plantadas anteriormente por las propias administraciones, elección y plantación inadecuada de especies, etcétera”, indica.
Añade que todas estas actuaciones han ido deteriorando de tal forma las zonas ajardinadas de los núcleos de población gomeros que han hecho evidente que la jardinería es un campo en el que las administraciones deben actuar con urgencia.
La asociación conservacionista hace referencia específica a la significancia e importancia de la palmera canaria (Phoenix canariensis) en el patrimonio natural, cultural y paisajístico de La Gomera. Asegura que “las autoridades deberían velar especialmente por las actuaciones que se realizan sobre esta especie, incluyendo el manejo de los residuos, máxime cuando ya hay declarados tres focos en la isla de presencia del picudo de las palmeras (Diocalandra frumentii)”.
La ACBC encaja estas actuaciones en los retos marcados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. “Entendemos que las administraciones gomeras, en su compromiso de implementar, en los ámbitos de sus competencias, acciones de lucha contra el cambio climático y en pro de la Agenda 2030, asumen que las zonas verdes urbanas cuentan con mecanismos que ayudan en la mitigación de los gases de efecto invernadero, almacenando carbono, siendo también fundamentales para la adaptación, proporcionando resiliencia ante tormentas, olas de calor y otros fenómenos relacionados con el cambio climático”, concluye.