Hoy ha sido enterrada en el municipio de Valverde, en la isla de El Hierro, Fatumata Banaro, una niña de 12 años que perdió la vida el pasado miércoles tras el vuelco de un cayuco en el puerto de La Restinga. En la embarcación viajaban 152 personas, entre ellas 29 menores de edad, procedentes en su mayoría de países del África Occidental como Guinea Conakry, Senegal, Mauritania y Mali.
El funeral de Fatumata, celebrado en la más estricta intimidad, apenas contó con la presencia de una decena de personas. Entre ellas estaban su madre y su hermana, también pasajeras del cayuco y sobrevivientes del siniestro, que acompañaron el pequeño ataúd blanco en un acto marcado por el silencio y la conmoción.
Durante la tarde también fueron sepultadas, en distintos cementerios de la isla, las otras seis víctimas mortales: dos niñas y cuatro mujeres adultas que no lograron sobrevivir al accidente marítimo. Los servicios de emergencia siguen trabajando en la identificación de los cuerpos, con la colaboración de organizaciones humanitarias.
Mientras tanto, continúa la incertidumbre sobre el paradero de una bebé que desapareció en el momento del vuelco y de la cual no se tiene noticia desde entonces. Las autoridades mantienen activo el operativo de búsqueda en la zona del puerto.
La tragedia ha vuelto a poner en evidencia la situación límite de las rutas migratorias atlánticas, especialmente hacia el archipiélago canario, donde llegan semanalmente embarcaciones precarias cargadas de personas que huyen de la pobreza, la violencia o la falta de oportunidades.
Organizaciones sociales y defensores de derechos humanos han reiterado la necesidad urgente de vías seguras para la migración, así como de un refuerzo de los dispositivos de acogida y atención a los migrantes en las islas.