Lo que antes fue una sólida alianza política dentro de Nueva Canarias se convirtió hoy en un claro ejemplo de distanciamiento y tensión institucional. Durante el pleno celebrado en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el concejal José Eduardo Ramírez, ahora en las filas de Primero Canarias, y el veterano dirigente Pedro Quevedo, portavoz de NC, compartieron bancada sin dirigirse la palabra ni cruzar una sola mirada.
El momento más simbólico del desencuentro tuvo lugar durante el debate de una moción urgente presentada por el Partido Popular, en la que se solicitaba declarar a Ramírez como concejal tránsfuga. La propuesta, que incluía la adhesión del consistorio al Pacto Antitransfuguismo, fue aprobada con una enmienda del PSOE que retiraba el pronunciamiento directo de la Secretaría sobre su caso.
Durante toda la sesión, la tensión fue evidente. A pesar de estar sentados juntos, Quevedo y Ramírez se mantuvieron en completo silencio, sin intercambiar palabras ni gestos, en lo que muchos interpretaron como una escenificación pública de la fractura interna del partido.
El pleno también abordó otros asuntos relevantes, como la aprobación de varias modificaciones presupuestarias por valor de 8 millones de euros. No obstante, el debate sobre el transfuguismo acaparó la mayor atención, enredándose en reproches entre los partidos y desviando el foco hacia disputas de ámbito estatal.
Este episodio marca un nuevo capítulo en la fragmentación de la izquierda nacionalista en la capital grancanaria, donde las diferencias internas se convierten cada vez más en enfrentamientos públicos. Lo que un día fue compañerismo político, hoy es una distancia difícil de disimular.