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EL PODER TRANSFORMADOR DEL SALTO DE CHIRA

by Aridani

Gran Canaria se ha caracterizado históricamente por perseguir objetivos ambiciosos, acordar consensos sociales para alcanzarlos y mostrar coraje y determinación para superar dificultades y resistencias. Esto es lo que nos está ocurriendo con la construcción del Salto de Chira en el barranco de Arguineguín, que es la gran apuesta para descarbonizar la producción de energía en la isla y disponer de más agua para mitigar los efectos de la sequía.

El proyecto de Salto de Chira simboliza la capacidad de la sociedad grancanaria para definir las necesidades y prioridades que debe resolver a corto y medio plazo y acometer una estrategia eficaz que permita que sea realidad en el menor tiempo posible. Cuando el pasado viernes hacíamos una primera visita a las obras de las instalaciones de la central hidroeléctrica en el barranco de Arguineguín, los representantes sociales que habíamos invitado a acompañarnos, lo que destacaban, además de la trascendencia de las actuaciones, es que no era un proyecto sino una realidad. No anunciábamos previsiones, comprobábamos certezas, actuaciones, obras en marcha con un ritmo profesional y responsable por delante de los plazos establecidos.

 

Los avances sociales nunca son resultado de la casualidad. El gran proyecto de Salto de Chira que va a definir el futuro energético e hídrico de nuestra isla, nos habla de una sociedad madura que ha sabido articular todas las decisiones para que una actuación de unos 600 millones de euros, progrese hoy en medio de unos de los parajes más hermosos de la isla de Gran Canaria. Se desarrolla con respeto y en diálogo con ese paisaje único que nos identifica y que se engrandece al acoger una Central que nace para que Gran Canaria avance con paso firme hacia la descarbonización y la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles. También nos permitirá disponer del agua que necesitamos para combatir una sequía que nos desertiza. Y estamos interviniendo en este paraje natural con la mayor actuación medioambiental de estas características realizada en Canarias. A lo largo de más de 17 kilómetros se elimina toda la flora invasora y se incorporan, regenerando el medio, más de 14.000 plantas endémicas.

 

Para llegar a donde estamos se han conjuntado una serie de factores que de nuevo permiten a nuestra isla liderar un reto decisivo para nuestra supervivencia en las próximas décadas. La alta conciencia medioambiental de una parte significativa de la población está detrás de esta iniciativa. La conciencia ciudadana nos empuja a los responsables públicos a buscar alternativas técnicas y presupuestarias para que lo que es urgente sea viable. Y, además, la expresión pública de ese sentir colectivo permitió que en los momentos de debate y de contestación por otros sectores, se impusiera un sentir mayoritario por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. Tenemos que seguir contribuyendo a que esa conciencia medioambiental se generalice y consolide en todos los sectores de nuestra sociedad.

 

Y quiero destacar también el valor de la política, justo en unos tiempos en que se pretende denigrar y desvalorar la importancia de lo público, de las instituciones democráticas y de los que ejercemos la representación institucional. Desde el Cabildo de Gran Canaria hemos tomado decisiones trascendentales para que Salto de Chira esté avanzando como lo está haciendo: en primer lugar, seleccionando la transición energética y la seguridad hídrica como dos prioridades estratégicas de nuestra acción de gobierno. En segundo lugar, poniendo a disposición del proyecto el enorme patrimonio hidráulico insular de carácter público que constituyen las presas de Chira y Soria, que son fruto de una visión histórica de nuestros antepasados. Y en tercer lugar, cuando heredamos del gobierno anterior un proyecto de generación que se realizaba con energías fósiles, con el impagable asesoramiento de nuestros técnicos del Consejo Insular de Aguas y de Red Eléctrica de España optamos por una Central Hidroeléctrica de almacenamiento que nos va a permitir disponer de energías limpias así como garantizar al menos un 50% de utilización de renovables en la isla, porque se podrán almacenar, reduciendo de golpe un 20% las emisiones de CO2.

 

Lo importante de decidir desde Canarias, en este caso desde Gran Canaria, es que sabemos cuáles son nuestras urgencias. Y si necesario es descarbonizar la producción energética y avanzar hacia la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles, conseguir agua para nuestra agricultura y ganadería es igual de decisivo. Y por eso, se ha incorporado en la concesión a Red Eléctrica que el Cabildo dispondrá de 750.000 m3 anuales para su distribución en las cuencas de Tunte, Mogán, Tejeda y Artenara. Y con la misma sensibilidad se solicitó y consiguió que la financiación íntegra de las obras corriera a cargo del Estado por la trascendencia que va a tener en la reducción del costo de la generación eléctrica en las islas: 122 millones de euros.

 

Es fácil comprender que estamos ante una obra de una enorme complejidad técnica, económica, administrativa, medioambiental, financiera y política. De aquí que los riesgos de que la iniciativa descarrilara han sido enormes. Por eso, es de justicia la mención y el agradecimiento especial a tres entidades que están impulsando la ejecución y la implementación rigurosa del plan de construcción: el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria con sus técnicos volcados y disponibles las 24 horas del día, Red Eléctrica de España que está demostrando una profesionalidad y sensibilidad con nuestra tierra extraordinarias, cumpliendo y resolviendo todas las incidencias que se producen y los servicios transversales del Cabildo que asesoran y tramitan el complejísimo expediente que exige información jurídica, fiscalización y conformidad de los órganos competentes.

 

Con la finalización de la Central en 2027 habremos dado un paso trascendental para ganar la batalla de la adaptación al cambio climático, pero además aportará a la imagen de la isla el valor añadido de que vamos en serio hacia una ecoísla en un momento en el que las personas que nos visitan tienen una enorme sensibilidad medioambiental y demandan una isla alineada con los principios de desarrollo sostenible a alcanzar en 2030. La isla se revaloriza y reafirma la singularidad que aumenta su atractivo. Tienen razón quienes afirman que el desarrollo sostenible, además de imprescindible, es rentable.

 

Asistimos a un enorme éxito colectivo que justifica que nos sintamos orgullosas y orgullosos de participar y colaborar en el progreso de nuestra isla. Estamos en el buen camino y es verdad que no podemos relajarnos y bajar la guardia, ni con este proyecto, ni con el conjunto de retos con los que estamos comprometidos para responder a las exigencias sociales, económicas y culturales del siglo que avanza. Pero es justo que disfrutemos como sociedad de los progresos que protagonizamos.

 

Gran Canaria lidera, por el esfuerzo y la implicación de todas y de todos, las transformaciones que nos harán más soberanos energética, hídrica y alimentariamente. También el de la innovación en este campo, porque estamos ante un proyecto de estas características único en el mundo. Al comprobar las luces del camino, recuperamos fuerzas para proseguir la marcha con la enorme ilusión y confianza colectiva así como con el convencimiento de que constituimos una sociedad madura que de nuevo sabe elegir sus prioridades para, con realismo y resistencia, construir los proyectos indispensables y sostenibles, por ambiciosos que sean, como es en este caso el Salto de Chira.

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