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Cuando el socialismo olvida a los ciudadanos

by cn8noticiascanarias

La política debería ser el arte de servir al ciudadano, pero en España parece haberse convertido, cada vez más, en una estrategia para el beneficio de unos pocos. Durante años, los españoles han visto cómo su confianza en las instituciones se erosiona por culpa de escándalos, promesas incumplidas y una clase dirigente que, en muchos casos, actúa con total desconexión respecto a la realidad social. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), lejos de ser una excepción, se ha convertido en uno de los principales protagonistas de esta decadencia.

La reciente oleada de polémicas que rodea al PSOE es solo la punta del iceberg de una forma de hacer política que prioriza la imagen, el cálculo electoral y los pactos de conveniencia por encima de los principios. Casos de presunta corrupción, uso partidista de instituciones, y decisiones de enorme trascendencia tomadas a espaldas de la ciudadanía están minando la legitimidad del partido y, lo que es peor, debilitando la salud democrática del país.

Uno de los aspectos más preocupantes no es solo lo que se ha hecho, sino la forma en que se justifica. En lugar de asumir errores y rendir cuentas con transparencia, se recurre constantemente a la polarización, al enfrentamiento con la oposición, y al discurso del “y tú más”. Este clima de crispación solo sirve para alejar al ciudadano común del debate político, generando apatía y escepticismo.

Los casos recientes que afectan al PSOE han revelado una cultura interna que parece más preocupada por mantenerse en el poder que por mejorar la vida de los españoles. No se trata de un ataque ideológico, sino de una exigencia democrática: los partidos deben ser ejemplares, especialmente cuando gobiernan. Sin embargo, la sensación dominante es que hay una clase política que se siente impune, que juega con las reglas a su antojo mientras los ciudadanos sufren las consecuencias.

La política española necesita una regeneración profunda. No bastan los discursos bien redactados ni las medidas de marketing institucional. Hace falta una verdadera limpieza ética, una apuesta decidida por la transparencia y un compromiso sincero con los valores democráticos. Y el PSOE, como uno de los partidos con más responsabilidad institucional, debería ser el primero en dar ejemplo. Por ahora, parece estar haciendo justo lo contrario.

España no puede permitirse seguir normalizando el cinismo político. No podemos seguir asumiendo que “todos son iguales” como una excusa para mirar hacia otro lado. La democracia exige vigilancia, exige crítica, y sobre todo exige responsabilidad. Y esa responsabilidad, en este momento, recae con especial peso sobre el PSOE.

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