Ares, el perro de la Policía Local de Mogán, utiliza su olfato para detectar seis tipos de psicotrópicos, complementando así la labor de sus compañeros del Cuerpo, que ahora, además de poder actuar al presenciar el menudeo o venta de droga, cuentan con su ayuda para encontrar los recónditos lugares donde la depositan las personas que trafican. Casi cien actas por venta o consumo de drogas ha levantado la Policía Local desde la entrada en acción del can, que actúa siempre junto a su instructor y guía, el agente David Suárez.
El objetivo de la Unidad Canina es minimizar el impacto social del menudeo y posesión de drogas en zonas de uso público, como pueden ser los parques, centros comerciales, playas y transportes públicos. El jefe accidental de la Policía Local, Marcos Domínguez, asegura que la incorporación de Ares “es un complemento al buen trabajo de que realiza la plantilla”. En ese sentido, apunta que en el año previo a su llegada se levantaron más de 400 actas por venta y consumo de drogas, y que en los últimos dieciséis meses se han detenido a 21 personas por menudeo.
No obstante, con Ares el número de actas mensuales es superior dado que “ayuda a encontrar la droga en personas, vehículos y en lugares insospechados”, entre estos falsos techos, alcantarillas, parterres e incluso en sombrillas. “Van aumentando de forma diaria porque el perro una vez que sale a la calle da resultado” explica Domínguez, recalcando que la misión de la Policía Local “es intentar erradicar la venta o que se ofrezca la droga en un lugar público como si fuera un mercadillo” y que “haya seguridad para los transeúntes” al pasear por sitios públicos, ya sea turísticos o privados de concurrencia pública, “y no se vean afectados ni incordiados por estas personas”.
El inseparable compañero de Ares es un su instructor y guía, David Suárez, agente de la Policía Loca de Mogán, que explica que la forma de detectar psicotrópicos en instalaciones es sencilla. Pasea con el perro, que va olfateando hasta detectar alguna sustancia. “El perro va avanzando y en función del cono de olor que le llegue y de la intensidad, se acerca y queda quieto indicándonos el lugar”. Así, si se trata de un falso techo, el perro se sienta y dirige su “trufa” o nariz hacia arriba fijamente. Si la droga está a ras de suelo o enterrada, se tumba e indica con su cabeza y nariz el lugar exacto. “Yo lo premio mediante el juego y es entonces el turno de los agentes de verificar que efectivamente ahí está la droga”.
A Ares, un pastor belga malinois de dos años y nueve meses, tampoco se le escapan aquellas personas que no estando en posesión de drogas en el momento, las han manipulado recientemente, al igual que los lugares en los que ha habido algún tipo de sustancia, ya que normalmente siempre queda algún residuo.