Tras las históricas movilizaciones del 20 de abril y el 20 de octubre, en las que decenas de miles de personas salieron a las calles en todas las islas para exigir un cambio de rumbo, las instituciones siguen haciendo oídos sordos. Ante su silencio, volvemos a alzar la voz: el próximo 18 de mayo, la isla de Gran Canaria se une oficialmente a estas reivindicaciones, junto con Tenerife, Fuerteventura, Lanzarote, La Palma y El Hierro. También se movilizará la diáspora canaria en ciudades como Madrid, Barcelona, Granada, Valencia o Berlín.
La protesta, impulsada por el movimiento Canarias tiene un límite, denuncia el modelo político, económico y de gestión territorial y poblacional que está llevando al archipiélago al colapso social, ecológico y habitacional. En Gran Canaria también estamos padeciendo las consecuencias de este modelo depredador. La aprobación en 2022 del nuevo Plan Insular de Ordenación, que permite la creación de más de 129.000 nuevas camas turísticas —casi tantas como las que ya existen—, evidencia un rumbo insostenible, contradiciendo el discurso institucional de sostenibilidad y ecoisla.
Actualmente, se están desarrollando proyectos como el nuevo hotel de Lopesan junto a ExpoMeloneras (1.200 camas), así como megaproyectos como Dreamland, el Siam Park o el Tren al Sur, que siguen acaparando territorio y recursos, y profundizando en un modelo que excluye a la mayoría y beneficia a unos pocos.
Desde la coordinadora de Canarias tiene un límite en Gran Canaria, manifestamos nuestro rechazo absoluto al proyecto de la central de bombeo Chira-Soria. No aceptamos que se presente como una solución sostenible lo que en realidad es una operación especulativa que entrega nuestros recursos naturales a manos privadas, con un coste desmesurado tanto para el medio ambiente como para la población.
Por otro lado, queremos denunciar también el actual modelo de transición energética que se está promoviendo en nuestras islas. En lugar de priorizar el aprovechamiento de zonas ya antropizadas como tejados, cubiertas o espacios urbanos, se está apostando por proyectos de renovables en suelo rústico, agrario o protegido, lo que está generando nuevos conflictos sociales y ecológicos, y perpetuando una lógica extractivista bajo un nuevo disfraz.
Gran Canaria también tiene un límite. Nos sumamos a este grito colectivo porque no estamos dispuestas a seguir aceptando que el territorio, el agua, la vivienda y el futuro estén al servicio del turismo de masas y la especulación.
Queremos dejar muy claro que este movimiento no puede ser confundido con discursos xenófobos o racistas. Cuando hablamos de límites, nos referimos al crecimiento turístico desmedido y al saqueo del territorio en favor de intereses privados. Defendemos la acogida solidaria de quienes migran por necesidad, como lo hicimos los canarios y canarias en el pasado, y como ya están haciendo muchas personas canarias hoy en día, que se ven obligadas a abandonar su tierra por falta de oportunidades. La solidaridad entre pueblos es irrenunciable.