Home Opinión ¿Por qué los jóvenes canarios abandonan sus estudios? La trampa del modelo canario

¿Por qué los jóvenes canarios abandonan sus estudios? La trampa del modelo canario

Artículo de opinión firmado por Daniel Falero, miembro de Liberación Canaria

by cn8noticiascanarias

Cuando César Manrique dijo aquello de que «un pueblo sin educación está condenado a la ruina», quizá no pensaba que sus palabras resonarían tanto hoy en día. En nuestro archipiélago el 14,4 % de los jóvenes entre 18 y 24 años abandona sus estudios demasiado pronto, casi dos puntos por encima de la media del Estado Español. Lo cierto es que estas cifras no son consecuencia exclusivamente a la mala gestión en educación, porque sino la solución sería sencilla: invertimos unos cuantos millones más en educación y se acabó el fracaso escolar, ¿no? ¿Dónde está el fallo entonces? La respuesta no es sencilla, y hay que mirarlo desde una perspectiva holística.

El modelo turístico, una trampa
Durante años nos han repetido que el turismo era nuestra única manera de prosperar económicamente. Sin embargo, lo que parecía un motor de prosperidad se ha convertido en una losa que está atascando a la generación actual. Y si no, hablen con cualquier persona de a pie: contratos discontinuos, salarios que apenas dan para pagar una habitación de alquiler, jornadas que no te dejan ni tiempo para preparar una comida decente en casa… El mensaje que recibe la pollería es demoledor: «¿para qué estudiar si en un hotel me contratan sin titulación?».
Esa promesa de trabajo rápido es un espejismo, porque lo que ofrece son empleos sin futuro, sin derechos consolidados y sin expectativas de crecimiento. Y la consecuencia es clara: cada año miles de jóvenes canarios con estudios superiores hacen las maletas y se marchan fuera porque aquí no encuentran oportunidades. Nos hemos convertido en un lugar exportador de talento, según el ISTAC unos 9.000 jóvenes, de entre 20 y 39 años, emigran desde Canarias cada año, justo la edad en la que deberían estar construyendo su vida aquí. Se nos va el talento que tanto cuesta formar, y se va porque el sistema económico basado solo en el turismo les expulsa.
Todo este sistema solo causa miseria, así que no es casualidad que más de 750.000 canarios vivan en riesgo de pobreza. Cuando una familia tiene que escoger entre llenar la nevera o comprar libros de texto, la educación deja de ser un derecho y se convierte en un lujo que muy pocos pueden permitirse.

La educación como privilegio, no como derecho básico
Por si el lector no lo sabía, un uniforme cuesta unos 60 €, una tablet para seguir las clases 200 €, y unas clases de refuerzo con profesor particular más de 50 € al mes. Para una familia que encadena contratos basura en la hostelería o que nutren las altas cifras de paro, estos gastos son directamente imposibles. Y es que no es lo mismo que unos niños estén estimulados cognitivamente con actividades extraescolares como inglés, música o fútbol, y otros se quedan en casa viendo la TV porque sus padres no pueden pagar ni la guagua. Esta brecha se abre cada año un poco más por la pobreza, y a esto no ayuda la presión sobre la vivienda, el encarecimiento de la cesta de la compra, la precariedad de los empleos, etc.

Un sistema educativo al límite
Los docentes también sufren. Más de 25 alumnos por profesor en Primaria y hasta 30 en Secundaria, cuando lo recomendable serían 15 o 20. Imagina a un docente intentando atender a 30 adolescentes, cada uno con sus problemas en casa, sus miedos y sus dificultades de aprendizaje. Es una tarea titánica.
Gracias a estas altas ratios, la burocracia, la alta carga de trabajo que conlleva la responsabilidad y las malas condiciones, el 40 % de docentes muestra síntomas de ansiedad o depresión. Cuando un maestro está quemado, la clase se vuelve un lugar pesado, con menos paciencia, sin creatividad, ni alegría. Los chinijos lo notan enseguida, y se convierte en un ambiente nada sano para un buen aprendizaje.

El coste económico del fracaso escolar
El fracaso escolar también es un agujero en la economía canaria, ya que genera un sobrecoste de más de 223 millones de euros cada curso, ¡una barbaridad! Por ejemplo las repeticiones cuestan dinero porque cada vez que un alumno repite, la administración paga de nuevo un año entero de su escolarización, desde el sueldo del profesorado hasta la plaza que ocupa en el aula, el gasto en luz y agua del centro o los materiales que necesita. Es como tirar a la basura un año entero, porque hay que volver a financiar el curso de un estudiante que no avanza.
Cada chiquillo que se queda atrás no solo pierde él o ella, perdemos todos, porque lo que Canarias invierte en su formación termina botado en la basura. Seguimos sosteniendo un sistema que fabrica fracaso en lugar de talento.

La locura de los recortes en Formación Profesional
Y si todo esto ya es malo, la respuesta de las administraciones ha sido peor, recortan más de 100 ciclos de Formación Profesional en centros públicos. No tiene ningún sentido, es como cerrar camas de hospital en plena pandemia. La FP debería ser la gran vía para formar a jóvenes en sectores emergentes como las renovables, la economía azul o las nuevas tecnologías, sectores que hace falta desarrollar en nuestro archipiélago. Sin embargo, se hace justo lo contrario: recortar la formación en un momento en que más falta hace, quitando opciones y oportunidades a los que necesitan formarse para entrar al mercado laboral.

La pérdida de identidad como factor educativo
Otro problema que casi nunca se nombra: muchos estudiantes crecen desconectados de su historia y de su tierra. Apenas saben quién fue Blas Cabrera, qué significó la Matanza de Acentejo o cuál es el valor ecológico de nuestros ecosistemas. ¿Cómo van a sentir orgullo de pertenencia si lo que aprenden en la escuela apenas habla de Canarias? Además, todo docente sabe que el aprendizaje es más significativo cuando se enlaza con el entorno cercano. Lo decía D. Ausubel en su teoría del aprendizaje significativo: la nueva información solo se comprende y retiene de verdad cuando puede relacionarse con los conocimientos previos y con la experiencia directa del alumnado. Y Vygotsky lo reforzaba al hablar del papel del contexto cultural y social en la construcción del conocimiento.
Si la escuela ignora la identidad, los referentes y la vida cotidiana de los estudiantes, pierde una herramienta pedagógica esencial que son la base de todo aprendizaje. No se trata de encerrarnos en lo nuestro y no ver más allá de nuestro mar, sino de usar nuestra cultura, historia y naturaleza como cimiento para que el aprendizaje tenga una base fuerte donde poder construir el conocimiento del alumnado.

Rompiendo el círculo vicioso
El diagnóstico es duro, los problemas se relacionan unos con otros y no hay una solución mágica, pero no es irreversible. Nuestro archipiélago necesita una revolución educativa real, eso significa contratar los 9.000 docentes que faltan, bajar ratios, rehabilitar colegios y crear espacios dignos; significa recuperar y ampliar los ciclos de FP, orientándolos a los sectores estratégicos que nos saquen de la dependencia del turismo; significa poner en valor nuestra cultura para no perder identidad y construir aprendizajes significativos; y, sobre todo, significa poner en marcha políticas que reduzcan la pobreza y diversifiquen la economía, porque sin estabilidad social no hay aprendizaje que aguante.
También hay que cambiar el discurso en nuestra sociedad: dejar de repetir que «estudiar no sirve para nada» porque siempre habrá trabajo en hoteles. Necesitamos campañas que dignifiquen la educación, que transmitan que estudiar es la única herramienta real para romper con la precariedad heredada.

Un futuro que se decide ahora
Nuestro archipiélago no puede permitirse hacer nada, “nadeando”solo nos quedaremos igual o peor, condenando a los jóvenes a repetir la historia de pobreza y dependencia histórica de Canarias. Debemos apostar de una vez por la educación como motor de cambio de una sociedad que necesita tan desesperadamente una transformación. Cada curso perdido, cada estudiante que abandona, cada profesor quemado, es una una patada al futuro que le damos a nuestra sociedad.
La educación no es un gasto, es la inversión más rentable que puede hacer una comunidad, un pueblo abrazado a su identidad. El porvenir de Canarias se juega en las aulas, y cuanto más tardemos en entenderlo, más caro nos saldrá a todos.

You may also like

Leave a Comment

doce − doce =

CN8 Noticias Canarias
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.