Ha finalizado agosto y un año más la oportunidad de ahondar en la mejora de la conciliación laboral y familiar. Comienzan en septiembre las clases y muchas familias respiran aliviadas. Ya lo decía Laura Baena (Malamadre) al inicio del verano en un artículo en el que se quejaba de “un sistema que, como cada año, deja a un lado los cuidados y obligan a debatirse entre pedir clemencia a las buenasabuelas o rezar para coger una de las pocas plazas del campamento público de verano”.
Hemos propuesto en múltiples ocasiones en pleno que las escuelas infantiles municipales abrieran todo el año y tuvieran un horario extendido sin condicionantes pero se rechazó, aún no entiendo la razón. Mientras, en el campus de verano propuesto por el Ayuntamiento el mes pasado no había almuerzo para los menores. Vivimos en una ciudad con un importante peso del sector servicios y muy pocas soluciones para el dilema de qué hacer con los niños en un período de gran volumen de trabajo para muchos padres y madres.
Y luego vemos que en el pasado curso escolar, como en otros, sobraron plazas en las escuelas infantiles municipales pese a que económicamente atravesamos un mal momento y un centro privado es mucho más caro. ¿Por qué? La respuesta que encuentro es que no resultan operativas para la mayoría de las familias porque no responden a sus necesidades reales. Muchas personas trabajan a turnos y no responden a sus necesidades porque no tienen garantizada la apertura por la tarde si no se dan una serie de condicionantes que no dependen de ellos y no abren en períodos vacacionales como agosto, Navidades o Semana Santa.
Así que estos centros no les sirven. Aunque sea predicar en el desierto lo cierto es que la solución sería el cheque escolar para que elija cada familia la escuela que más se adapte a sus necesidades y la apertura todo el año organizando la plantilla. Han tenido la ocasión de convertir un error en una oportunidad con la pifia de los pliegos del nuevo concurso de adjudicación de las escuelas infantiles públicas replanteándose estas circunstancias pero han preferido confirmar que la Administración muchas veces no va a la par de las necesidades de la ciudadanía y vive de espaldas a ella sin escuchar. Dejando claro que lo de conciliar es un asunto propio y sálvese quien pueda. Y llega septiembre y aparece la agenda urbana de Las Palmas de Gran Canaria con prisas, como todo, que hay que aprobar con urgencia que no llegamos. Y se habla de nuevo del objetivo de la igualdad pero esta necesidad vuelve a obviarse. Y mira que hay opciones. Véase la iniciativa tomada por el Ayuntamiento de Mogán, que ha puesto a disposición de las familias del municipio un servicio gratuito de cuidados a domicilio para menores de 0 a 8 años con financiación de la Consejería regional de Derechos Sociales a partir de este mes de agosto.
Esto prueba que con voluntad siempre hay alternativas. Y precisamente la agenda urbana es una prueba más de que el principal problema de este Ayuntamiento es la falta de gestión, de trabajo diario y organización para que los proyectos se ejecuten y no queden sólo como bonitos textos para guardar en el cajón de los buenos propósitos. Casi la mitad de las acciones que presenta ya están en marcha, como si se hubieran metido a modo de cajón desastre las primeras ideas que se les han ocurrido dada la premura para presentar algo. De hecho se va realizar un pleno extraordinario urgente por este motivo. La accesibilidad, la movilidad vertical y vial, la desaparición de zonas verdes y la limpieza, entre otros, son importantes retos de cara a este último tramo de la legislatura. Más importante todavía: el proyecto de ciudad al que aspiramos. Esperemos que sea posible definirlo mínimamente y sacar proyectos adelante con los fondos europeos que llegarán en breve si somos capaces de articular proyectos y ejecutarlos. No se puede perder esta oportunidad. La esperanza es lo último que se pierde, positiva que es una. No me duelen prendas en admitir que ha habido también aciertos en esta etapa -no todo va mal aunque en múltiples aspectos podría ir mucho mejor- y que ahí me tendrán siempre para contribuir en lo que sea posible.