Los jóvenes canarios se enfrentan a una situación cada vez más complicada para acceder a una vivienda en alquiler, debido al constante aumento de los precios en el mercado inmobiliario.
Según los últimos informes, el coste del alquiler en las Islas Canarias ha experimentado un alza significativa en los últimos años, impulsado por la demanda de viviendas vacacionales y la limitada oferta de inmuebles disponibles para residentes locales.
El encarecimiento de los alquileres está afectando especialmente a la población juvenil, que ve cómo sus salarios, generalmente más bajos y asociados a empleos precarios, no son suficientes para hacer frente a los elevados costos de la vivienda. Esto ha llevado a que muchos jóvenes se vean obligados a prolongar su estancia en casa de sus padres o a compartir piso en condiciones que, a menudo, no son las ideales.
Organizaciones juveniles y expertos en vivienda han alertado sobre las graves consecuencias sociales de esta situación, que no solo limita las oportunidades de independencia de los jóvenes, sino que también está generando un aumento en los niveles de estrés y ansiedad entre este grupo de la población.
«La falta de acceso a una vivienda digna está afectando la salud mental y el bienestar de los jóvenes, creando un círculo vicioso de precariedad y dependencia», señalan desde la plataforma Jóvenes por la Vivienda Digna.
Además, la creciente demanda turística, que ha impulsado la conversión de muchas viviendas en alojamientos vacacionales, ha exacerbado el problema.
En las zonas más turísticas de las islas, como el sur de Gran Canaria y Tenerife, los precios de alquiler se han disparado, dejando fuera del mercado a muchos residentes locales.
Ante esta situación, varios colectivos han pedido al Gobierno de Canarias que adopte medidas urgentes para controlar los precios de alquiler y fomentar la construcción de viviendas asequibles. Entre las propuestas se encuentran la implementación de un tope en los precios del alquiler, incentivos fiscales para propietarios que ofrezcan viviendas a largo plazo a precios accesibles, y la promoción de políticas que equilibren las necesidades del turismo con las de la población local.
Sin embargo, hasta el momento, las acciones gubernamentales han sido insuficientes para frenar el problema.
Los jóvenes canarios continúan enfrentándose a una realidad en la que la independencia económica y la posibilidad de formar un hogar propio parecen cada vez más inalcanzables.