
Drago Santa Cruz de Tenerife se reunió con varias familias del barrio de María Jiménez, en la capital chicharrera, para conocer y denunciar la situación de indefensión en la que se encuentran, expulsadas de sus casas desde la riada de 2008 y ahora, también, dejando de cobrar la ayuda a la que se comprometió el Consistorio.
En el barrio de María Jiménez, ubicado en el distrito de Anaga, coincidiendo con la riada que afectó aquel año a Santa Cruz de Tenerife, una roca de grandes dimensiones cayó sobre una vivienda y tanto las familias de dicha vivienda como de las colindantes se vieron obligadas a abandonarlas.
Estas familias ya llevaban años avisando al Ayuntamiento de la posibilidad de que aquella roca se desprendiera de la ladera. De hecho, los bomberos estuvieron inspeccionando la zona y se comenzó a colocar un vallado, que sin embargo no llegó a cubrir las viviendas de estas familias.
Una vez desalojadas, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se comprometió a pagar el alquiler de los nuevos pisos de estas familias hasta que la zona fuera segura, así como a ayudar a estas familias con la rehabilitación. Sin embargo, a día de hoy el Consistorio ha dejado de pagarles el alquiler y tampoco ha rehabilitado las viviendas.
Por otro lado, recientemente, una de las vecinas desalojadas, de 82 años, con problemas de movilidad y que al no recibir la ayuda del Ayuntamiento no puede seguir haciendo frente a los pagos del alquiler, fue informada de que será expulsada de su casa.
Ante esta situación, el portavoz de Drago Santa Cruz de Tenerife, Aitor Montelongo, lamenta que “ninguno de los partidos políticos que han pasado por el Ayuntamiento en los últimos 18 años se ha preocupado por estas familias”, y añadió que “es normal que la gente pierda la fé en la política”.
Montelongo reconoció que “se trata de una situación muy particular”, pero añadió que “precisamente por esto el Ayuntamiento debería hacerse cargo de la rehabilitación de las viviendas”, pero también “porque se comprometió y porque además se trata de vecinas humildes y de avanzada edad”.
Por otro lado, Montelongo recuerda que “la clave de todo esto es que las vecinas llevaban años avisando de que la roca se podía caer y nadie hizo nada, y eso sí que no era responsabilidad de ellas”.

